martes, 12 de enero de 2021

I CERTAMEN CUENTOS IES AL-ÁNDALUS

    Este ha sido el resultado en el I Certamen de cuentos del IES Al-Ándalus. Enhorabuena a todas y todos por vuestros estupendos trabajos: 

    Primer premio: Alicia Fernández Vega (1º ESO C) por La niña de las trenzas.

   Segundo premio: Manuel Montero Parrilla (1º ESO C) por Un granito de arena.

    Tercer premio: Mercedes Camacho Brenes (1º ESO C) por Olivia Anderson.

 

    Os dejamos los cuentos premiados:

 

LA NIÑA DE LAS TRENZAS



CADA PERSONA DEBE DE VIVIR SU VIDA COMO UN MODELO PARA OTRAS


    Había una vez una niña llamada Juana. Vivía en un humilde pueblo indígena a las afueras de México con sus padres Juan y Rigoberta, y sus hermanos David y Rafael. Juana practicaba una religión muy particular, ya que no era muy común. Esta no era como cualquier religión, protegía más a los niños, las mujeres eran más respetadas, todos trabajaban por igual y cobraban lo mismo.

    Con seis años Juana empezó a estudiar en su pequeña escuelita que había en su pueblo. Ella era muy aplicada e inteligente. Siempre aprobaba todos los exámenes, también ayudaba a sus amigos a estudiar y hacía las cuentas para saber cuánto ganado había en el poblado.

    Juana era una niña muy fácil de reconocer ya que siempre llevaba dos trenzas enlazadas con una cinta amarilla y azul, también tenía unos ojos muy grandes y dos hoyuelos en sus mejillas.

    El 3 de noviembre de 1965 cuando cumplía 16 años, llegaron los Mhusli la tribu más temida. Obligaban a los niños a trabajar, no respetaban a las mujeres y encima no les pagaban por trabajar.

    La familia de Juana consiguió escapar y cruzar la frontera entre su pueblo y Oaxaca. Cuando llegaron a esa bonita ciudad creyeron que iba a ser su salvación, esa tribu no les iba a molestar más, iban a trabajar en un mejor puesto, e iban a ganar más dinero pero finalmente eso fue lo que menos le importó.

    El primer día allí intentaron buscar un buen alojamiento donde se pudieran quedar al menos un par de meses. Juana por su sabiduría y viveza encontró una buena casa que tenía 3 habitaciones e incluso se podían quedar tiempo indefinido, claro todo eso hasta que el dueño se enteró de que eran personas de color y que una mujer, la madre de Juana, iba a pagar el alquiler. Según el dueño ellos no eran dignos de alojarse por su color de piel y sus orígenes. Juana se fue de allí muy enfadada ya que esa noche tendrían que pasarla en la calle.

    Así le pasó repetidas veces hasta que se cansó y decidió formar una protesta y un partido político en el que luchaba por los derechos de las personas de color, los indígenas, la igualdad entre los hombres y las mujeres y proteger a los niños indefensos.

    Al principio Juana pensó que estos esfuerzos no iban a dar frutos, pero no tuvo razón, 12.000 personas se sumaron a su causa e incluso su partido llegó a las elecciones nacionales y Juana fue elegida y llegó a ser la primera mujer presidenta de México.

    Eso sí, Juana nunca dejó de llevar su par de trenzas.

 

 UN GRANITO DE ARENA

LO CONSEGUIREMOS

    Había una vez una niña llamada Ana. Ana veía a diario como su madre trabajaba sin descanso en casa. En el colegio le enseñaron que había un día de la niña, de la mujer... pero ella observaba que eso no era suficiente para que la mujer fuera valorada, de hecho se había dado cuenta de que mucha gente todavía tenía ese antiguo y machista punto de vista. Eso la desilusionaba un poco ya que pensaba si eso seguiría siendo así cuando ella creciera, por eso durante su época escolar defendió cuando tuvo oportunidad los derechos de la mujer. Nunca se rindió, y, al final el trabajo fue dando sus frutos: cada vez era más gente la que se unía a la causa. Aun así, todavía no era suficiente, Ana iba creciendo y cada vez se iba dando cuenta de lo que temía de niña, la desigualdad.

     Actualmente, Ana pone su granito de arena al montón para conseguir que algún día de estos, la mujer sea valorada igual que a un hombre.

 

 

OLIVIA ANDERSON



LAS PALABRAS SON TODO LO QUE TENEMOS

    Había una vez una niña llamada Olivia. Hoy me he acordado mucho de ella, porque a mis manos ha llegado un libro en el que ella cuenta la historia de su vida y decía así:

    “Cuando era niña, mis padres tenían problemas económicos. Mis hermanos pequeños Charlie, Tomás, Abril y yo éramos felices, aunque a veces incluso pasábamos hambre. Vivíamos en una pequeña casa, muy antigua, un poco desordenada y poco acogedora. Mis padres, Bruno y Anabela, sin embargo, se sentían muy afortunados de tenernos y nosotros de tenerlos a ellos. Teníamos tres mascotas: Agnes, nuestra perrita, Ben, nuestro conejo y Candy, nuestra pequeña gatita preciosa.

    Todos los días al anochecer nos encerrábamos en nuestra habitación y contábamos historias fascinantes junto con nuestras mascotas en la cama, mirando las estrellas y la Luna…

    En verano, me fascinaba subir a la azotea con mis hermanos y coger los prismáticos de mi tío Antón para contemplar los cráteres de la Luna y las estrellas fugaces en Agosto. Fue entonces cuando empecé a sentir pasión por el espacio

    ¡Sentía una especial atracción hacia mi queridísimo espacio!

    Cuando me fui haciendo mayor, mostraba tanto interés por todo lo relacionado con el espacio y los astros, que mis maestros me buscaban libros de Astronomía de la biblioteca municipal y me llevaban a congresos y conferencias.

    Cuando terminé mis estudios de bachillerato, llegué a la universidad de Física y después de varios años cogí la especialidad de Astronomía. En la universidad conseguí una gran formación e inicié un proyecto de investigación de casi tres años de duración.

    Hice mi tesis y conseguí un gran reconocimiento por parte de muchos astrónomos. Empecé a ser nombrada en muchos medios de comunicación y a ser protagonista de numerosas noticias. Sin darme cuenta, me había hecho famosa, pero siempre supe que el éxito de mi vida no lo mediría por lo que lograra sino por lo que había superado.”


 





 





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