ANA Y SUS ANIMALES
Cuando era pequeña, Ana llamaba la atención de todos sus vecinos, porque era una niña muy bonita. Tenía los ojos verdes, el pelo rubio y rizado, la piel blanquita y una gran sonrisa. Vivía en un pequeño pueblo llamado La Colina, donde todos la conocían por ir siempre acompañada de una sonrisa y un animal.
Así fue su infancia, ayudando a todos los animales que se encontraban solos. Sus padres le tenían prohibido meter animales en casa, y eso a ella le ponía muy triste. Por más que lo intentaba siempre le decían que no.
Ana fue creciendo y el amor por los animales no desaparecía, parece que fuera aumentado con el tiempo. Tanto fue así que decidió estudiar veterinaria, aunque no lo tuvo fácil porque sus padres no tenían dinero para ayudarla.
Cada vez más vecinos iban a la puerta de su casa para que atendiera
a algún perro, gato o caballo que estuviese malo. Ella no les cobraba porque hacía lo que le gustaba. Lo hacía de corazón.
Cuando terminó la carrera, les propuso a sus padres montar una clínica veterinaria, y sus padres les respondieron que no tenían dinero. La sonrisa de Ana desapareció y la causa fue conocida por todo el pueblo. Entonces, los padres decidieron montar una tómbola solidaria para recaudar dinero para la clínica de Ana. Todos los vecinos del pueblo participaron en la tómbola para ayudarla.
Y así fue. Pasados unos meses y Ana pudo tener su clínica veterinaria en su pueblo y todo fue gracias a la idea de sus padres y a la solidaridad de sus vecinos.
Samuel Auxilia Marín